Personajes Alfonso Diez |
Carlos Ahumada, el que grabó los videos
que le costaron el puesto a René Bejarano y Gustavo Ponce, brazo derecho y
tesorero respectivamente de Andrés Manuel López Obrador cuando era jefe de
Gobierno del Distrito Federal, publica ahora un libro, “Derecho de réplica”, en el que da su versión acerca de cómo y
porqué grabó los videos y la supuesta negociación que hizo para que se dieran a
conocer. En tales videos, se ve a los mencionados y a otros funcionarios cercanos
a Andrés Manuel, como Carlos Imaz, el esposo de Claudia Sheinbaum y Ramón
Sosamontes recibir dinero de manos del empresario.
Dice Ahumada en su libro que el
expresidente Carlos Salinas de Gortari le ofreció darle 400 millones de pesos
por tales grabaciones, pero que sólo le entregó 35 millones a través de: Arturo
Montiel, gobernador entonces del Estado de México; Manuel Andrade, gobernador
de Tabasco; Enrique Peña Nieto, diputado local del PRI en el Estado de México;
Elba Esther Gordillo y Jorge Kahwagi.
Afirma que quien lo llevó con Salinas fue
el abogado Juan Collado y que Diego Fernández de Cevallos siempre sirvió como
mediador entre ambos. Dice también que él fue testigo de las veces que Salinas
habló acerca de los videos con diversos funcionarios como Santiago Creel,
secretario de Gobernación; Ramón Martín Huerta, subsecretario de la misma
dependencia; con el general Rafael Macedo de la Concha, procurador general de
la República y con Eduardo Medina Mora, director entonces del Centro de Investigación
y Seguridad Nacional y actual procurador general de la República.
En el libro, de 375 páginas, Ahumada
relata cómo y dónde grabó los videos, los viajes que hizo, encuentros en Londres y en Cuba con Salinas, su
relación con Rosario Robles y cómo pagó él 200 millones de pesos que el PRD le
debía a Televisa y que nunca le fueron devueltos. Insiste en que López Obrador
siempre estuvo al tanto del dinero que recibían sus colaboradores, pero que a
él nunca lo grabó porque todo se hacía a través de las personas de confianza
del Peje.
El caso es que Carlos Ahumada perdió la
oportunidad de elaborar un libro de denuncia creíble, pero que al mezclar datos
ciertos con evidentes calumnias lo convirtió en un panfleto sin valor.
Se le olvida a Ahumada que cuando fue
detenido por la procuraduría a la que ahora acusa de complicidad con Salinas de
Gortari para difundir los videos, declaró que él se había dedicado a apoyar a
los candidatos del Partido de la Revolución Democrática con dinero para las
campañas y que cuando se dio cuenta de que el gobierno del Peje dejó de darle
contratos decidió dar a conocer tales grabaciones. Ahora cambió su versión y
dice que lo hizo por el dinero que le ofreció Salinas. No es creíble.
¿López Obrador sabía que su gente más
cercana recibía dinero del empresario y ahora autor de un libro? Lo negó y su
defensa siempre fue que todo era producto de un complot. A la fecha, tras la
publicación del libro, AMLO dice que con el mismo se comprueba la existencia
del complot, pero con esto cae en el mismo error de entonces: en lugar de
hablar directo a los medios y enjuiciar a los corruptos que recibieron dinero a
manos llenas, achacaba todo a un complot. Es como si el asesino acusara a su
vez a quienes lo señalan de estar urdiendo un complot. O como si el ratero,
para defenderse, acusara a las autoridades de tejer un complot en su contra.
Con esa manera de proceder, bastará a cualquier criminal acusar a sus
acusadores de armar un complot para salir bien librado. De haber contado el Peje contra Salinas
con videos como los que se dieron a conocer los habría hecho públicos. Lo mismo
habría hecho cualquier político respecto a alguno de sus contrincantes y más
cuando son enemigos declarados. Y si AMLO hubiera procedido dando a conocer
videos incriminadores en su poder, nadie lo habría acusado de complot,
simplemente de utilizar las armas con que contara para exhibir a un posible
delincuente.
¿Ofreció Salinas de Gortari 400 millones
de pesos a Ahumada por las grabaciones y terminó enviándole sólo 35 por medio
de los personajes citados antes? No es creíble. Si alguien soborna no mete a
tantas personas en el delito. Lo menos creíble es que un joven diputado local
del PRI en el Estado de México, desconocido entonces pero ahora gobernador de
su entidad, Enrique Peña Nieto, haya sido uno de los que le llevaban dinero de
parte de Salinas. Peña Nieto dice que ni siquiera lo conoce en persona. Pero
Peña Nieto es un posible candidato a la Presidencia de la República del PRI y
Ahumada aprovecha la figura; sin embargo, Peña es precandidato ahora, entonces
era un desconocido.
Y por otra parte, ¿es creíble que Salinas
negociara con Creel, Martín Huerta, Medina Mora y Macedo de la Concha para
difundir los videos? No, con uno hubiera bastado. Otra vez, ¿para qué meter a tantos?
Suena a mala película eso de que Ahumada fuera testigo de cómo Salinas
negociaba con los funcionarios que se le diera la gana. Funcionarios, por
cierto, panistas; Salinas pertenece a otro partido político, el PRI.
Ahumada va más allá y dice que el expresidente
Salinas le confió que lo que le iba a pedir al presidente Fox a cambio de los
videos era la libertad de su hermano Raúl y la devolución de los millones de
dólares confiscados en Suiza y como prueba afirma que lo logró: “Raúl salió de la cárcel”. Raúl salió
gracias a la sentencia revocatoria de un juez, pero todavía está sujeto a
proceso penal y el dinero nunca le fue devuelto. Queda claro que Ahumada cree
que basta la orden de un Presidente de la República panista para que un reo de
la notoriedad de Raúl salga en libertad. No conoce nuestro sistema judicial y
se le olvida que ahora el Congreso ya no lo conforman de manera mayoritaria
miembros del partido gobernante. Ante una violación a la ley de ese tamaño
(soltar a un culpable), el PRI y el PRD habrían protestado.
Mucho de lo que dice Ahumada en “Derecho
de réplica” es seguramente cierto, pero muchas otras son mentiras: no es
creíble cuando afirma que “Recibí,
además, esta instrucción (de Salinas a través de Juan Collado) ‘No contestes
ninguna pregunta aunque te insista Joaquín (López Dóriga), porque lo va a hacer para no verse tan
obvio’ “, al referirse a una entrevista del conductor del noticiero de
Televisa. Y no es creíble porque Joaquín es un profesional importante del
periodismo que difícilmente recibiría una instrucción como esa: “Oye Joaquín,
te vamos a mandar a Carlos Ahumada, no te va a contestar preguntas, pero se las
puedes hacer para no verte tan obvio”. Obvio de qué. Además, para qué tal
instrucción, con no contestar bastaba.
¿Salinas de Gortari tenía algún plan con
los videos? Seguramente, la oportunidad para acabar con el posible candidato a
la Presidencia de la República por el PRD, Andrés Manuel López Obrador, le
llegó en charola de plata. El Peje siempre se ha declarado como enemigo
personal de Salinas, lo llama “el innombrable” y el expresidente tenía ahí la
forma de acabar con él. Para lograrlo, lo único que necesitaba era ver la
manera de que tales videos fueran difundidos por una televisora, pero no
necesitaba negociar nada con el procurador, ni con el secretario de
Gobernación, ni con ningún otro funcionario, eso huele a manipulación de
político provinciano y Salinas no lo es.
El que entregó los videos a Televisa,
concretamente al noticiero de Víctor Trujillo, que fue el primero en
difundirlos, fue el panista Federico Döring. ¿Lo hizo por su relación con el
panista Fernández de Cevallos? Es probable que sí. ¿Con qué objetivo? Exhibir a
los funcionarios cercanos a López Obrador y en consecuencia golpear a éste y lo
lograron.
¿Para qué, entonces, urdir una trama en
la que están envueltos tantos funcionarios? Seguramente para hacer un libro que
llame la atención y vender muchos ejemplares no solamente en México, sino
también en Argentina, donde reside. Con nombres de personas poderosas es más
fácil. Y tal vez lo logre. Todo lo que hace Ahumada tiene signo de pesos.
Y finalmente, ¿Sabía Andrés Manuel que
sus brazos derecho e izquierdo, además de los más cercanos a él recibían dinero
de Carlos Ahumada? Este último dice que sí, el Peje lo niega. ¿Cuál es la
verdad?
¿Es Salinas de Gortari una inocente palomita? ¿Lo es López Obrador? ¿Ahumada? ¿Los demás nombrados? Que cada quien cargue con sus culpas. No es la intención de estas líneas exculpar a nadie de nada, los personajes mencionados tienen cada uno sus propias armas para defenderse y no necesitan que nadie lo haga por ellos. Tampoco se trata de culpar a un posible inocente, el que lo sea debe responder sin subterfugios. El libro de Ahumada, simplemente, es una novela, una fantasía con personajes reales, una trama de mentiras que, por lo que se ve, caen por su propio peso.
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